Sector financiero y regulación sobre el cambio climático

A primera vista, parece que los reguladores han eliminado de sus prioridades el tema del cambio climático. Sin embargo, en un análisis más detallado, se descubre lo contrario y es que, en realidad, el cambio climático sigue siendo una prioridad a largo plazo para los reguladores, tanto nacionales como a nivel europeo.

Retraso de la ACCIÓN REGULATORIA sobre el CAMBIO CLIMÁTICO en algunas áreas

Los bancos centrales de todo el mundo han tomado medidas para preservar la financiación de la economía real. Las medidas de estímulo han recibido la mayor atención de los medios y las autoridades también han tomado decisiones de aplazamiento para aligerar temporalmente la regulación, en algunos aspectos, sobre los bancos. En cuando al cambio climático:

  1. Se ha ampliado el periodo de consulta de las propuestas de la Autoridad de Conducta Financiera (FCA) sobre las normas de emisión de información relacionada con el clima de mayo a octubre de 2020.
  2. Se ha pospuesto indefinidamente el trabajo conjunto entre la Autoridad de Regulación Prudencial (PRA) y la Autoridad de Conducta Financiera (FCA) con el Foro de Riesgos Financieros del Clima (CFRF) para desarrollar guías sectoriales sobre cómo integrar los riesgos climáticos en la toma de decisiones empresariales.
  3. A nivel internacional, se ha pospuesto hasta 2021 la 26ª Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP26), que se iba a celebrar en Glasgow este mes de noviembre.

EL CAMBIO CLIMÁTICO CONTINÚA SIENDO UNA PRIORIDAD A LARGO PLAZO

En febrero, la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) publicó su “Estrategia sobre Finanzas Sostenibles”. Los objetivos incluyen lograr la convergencia de la supervisión de las Autoridades Nacionales Competentes (ANC) sobre la divulgación de información sobre el clima y continuar evaluando los riesgos que supone el cambio climático para el sistema financiero.

La publicación fue seguida por dos documentos de consulta a la UE, cuyo momento de publicación y objetivos indican un compromiso sostenido contra la crisis del clima.

  1. A principios de abril, la Comisión Europea publicó una consulta sobre su Estrategia Renovada de Finanzas Sostenibles. El objetivo de la estrategia propuesta es proporcionar instrumentos normativos para garantizar que los sistemas financieros apoyen la transición de las empresas hacia la sostenibilidad en el contexto de la recuperación tras la COVID-19. Las medidas propuestas fomentan una mayor atención a los desafíos y oportunidades de desarrollo y sostenibilidad a largo plazo, en vez del rendimiento financiero puramente a corto plazo. Las medidas también cubren la reducción de los riesgos climáticos, medioambientales y sociales en las instituciones financieras y en el sistema financiero, en su conjunto.
  2. Posteriormente, las Autoridades Europeas de Supervisión (AES) publicaron una consulta sobre la emisión de información sobre aspectos medioambientales, sociales y de gobierno. En particular, las medidas propuestas requerirían que los actores del mercado financiero publicaran la siguiente información en sus páginas web: los impactos adversos de las decisiones de inversión sobre una lista establecida de factores medioambientales y sociales (incluidos en la consulta), cómo se ha valorado este impacto y las acciones mitigantes tomadas. Se establecerían requerimientos similares para los productos financieros; las firmas deberían compartir los objetivos de sostenibilidad de cada producto y la parte de las inversiones totales que se espera que sea ‘sostenible’.

A nivel internacional, la Network of Central Banks and Supervisors for Greening the Financial System (NGFS) continúa comprometida con la publicación de documentos orientativos en el primer semestre de este ejercicio sobre los escenarios de transición y las guías sobre el análisis de riesgos climáticos basado en escenarios, las metodologías actuales de evaluación de riesgos medioambientales utilizadas por el sector financiero y una guía sobre la integración de los riesgos climáticos y medioambientales en la supervisión.

paralelismos entre la COVID-19 y el CAMBIO CLIMÁTICO

Todo lo comentado anteriormente demuestra que no se ha eliminado el cambio climático de la agenda regulatoria. De hecho, las medidas tomadas para hacer frente a la COVID-19 podrían acabar complementando, e incluso reforzando, las medidas para afrontar el cambio climático.

En muchos sentidos, los impactos a corto plazo de la COVID-19 proporcionan una visión de los efectos del cambio climático a largo plazo – los dos suponen grandes amenazas a la estabilidad financiera, convirtiendo la crisis actual en un test de estrés para una futura crisis climática.

  1. Aunque aún no se han establecido las causas exactas de la crisis en curso de la COVID-19, la investigación muestra es que más probable que ocurran emergencias sanitarias, dados los cambios de los patrones climáticos y de biodiversidad. Esto muestra la necesidad de mitigar los riesgos climáticos y medioambientales, pero también de reforzar la resiliencia de nuestras sociedades a las crisis futuras.
  2. Una recuperación con altas emisiones de carbono de la crisis actual aumentaría el riesgo de una transición desordenada hacia una economía neutra en carbono y esto ha llevado, en particular, a la exigencia de que los gobiernos conecten los criterios de sostenibilidad a las medidas de estímulo (por ejemplo, requerir que el sector de la aviación se comprometa a reducir las emisiones de carbono). Ambos son impactos idiosincráticos para los sectores emisores de carbono, como el aeronáutico, el de automoción y el de combustibles fósiles, lo que conlleva un mayor riesgo de crédito para la industria de los servicios financieros.
  3. Se trata de aspectos internacionales que requieren la cooperación global, en el que el sector financiero tiene un papel fundamental para prevenir crisis futuras y facilitar los esfuerzos de respuesta en caso de impacto. La colaboración actual entre los gobiernos y las instituciones financieras para responder a la COVID-19 puede ser un valioso modelo para que continúen los esfuerzos en la respuesta climática.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre la COVID-19 y la crisis climática: el impacto financiero de la COVID-19 viene, sobre todo, impulsado por el aumento de los riesgos de crédito y liquidez, que pueden modelizarse dependiendo de la duración del confinamiento. En cambio, es más difícil cuantificar el riesgo climático, dado que los riesgos físicos y de transición no tienen precedentes y los datos históricos pueden no ser un indicador fiable del futuro.

El desafío sobre los datos del clima y la modelización hacen que conseguir una respuesta regulatoria robusta y un fuerte compromiso del sector financiero sea más necesario que nunca.

lecciones de las INSTITUCIONES financieras

En muchos sentidos, la crisis actual proporciona una oportunidad para que los bancos tomen un enfoque estratégico a más largo plazo sobre el riesgo del clima y otros riesgos de sostenibilidad. A continuación, detallamos una serie de reflexiones por si pudieran ser de interés para las instituciones financieras:

  1. Continuar ejecutando el plan de acción climática que requirió la PRA en octubre del año pasado.
  2. Reflexionar sobre el modelo y estrategia de negocio y sobre cómo puede demostrar la empresa a sus grupos de interés (clientes, inversores, reguladores y la sociedad en general) que se están aplicando las lecciones aprendidas de la COVID-19 para adaptar la empresa al cambiante comportamiento de los clientes, a las políticas y tecnologías, e impulsar la resiliencia al riesgo del clima y otros riesgos de sostenibilidad.
  3. Entender mejor y valorar las vulnerabilidades hacia el shock de la transición climática como resultado de la fuerte caída en actividad en los diferentes sectores y las implicaciones en las exposiciones de la empresa a los riesgos. Se pueden utilizar estos datos reales para mejorar la solidez de los modelos de tests de estrés para un escenario de transición desordenado. El documento de la NGFS, esperado para finales del primer trimestre de 2020, sobre el análisis de escenarios debería proporcionar una valiosa aportación para diseñar o mejorar las capacidades internas a la hora de elaborar modelos en este sentido.
  4. En las conversaciones con los clientes, aprovechar la oportunidad de debatir tu estrategia tras la COVID y su alineamiento con la agenda climática. Esto te proporcionará importante información sobre las exposiciones de tu propia cartera a los riesgos físicos y de transición.

Finalmente, la crisis actual no ha disminuido las oportunidades en financiación sostenible. Continúa el rápido crecimiento de la demanda de activos verdes y sostenibles, y hay evidencias de que los activos climáticos, medioambientales y sociales han sobrepasado a sus equivalentes fuera de estos ámbitos durante las turbulencias del primer trimestre de 2020. Se trata de un argumento convincente para que los directivos y los consejos se puedan centrar en aumentar la financiación sostenible en plena crisis de la COVID-19.

Se dice que nunca se debe desperdiciar una crisis. Con suficiente cooperación entre la comunidad financiera y empresarial, aún es posible mitigar las consecuencias futuras del cambio climático, pero el tiempo es oro.