El documento se centra en el análisis sobre el grado en que los mayores bancos han integrado el cambio climático en las áreas de gobierno, gestión de riesgos o en el análisis de escenarios, y su nivel de preparación para las recientes y próximas supervisiones/regulaciones relacionadas con el clima. El estudio es posterior a la publicación de la "Estrategia renovada de financiación sostenible" de la Comisión Europea, en la que se deja claro que la pandemia no ha pospuesto los objetivos europeos de sostenibilidad a largo plazo.
Entre algunas de las conclusiones más relevantes destaca que el 73% de los bancos encuestados tiene políticas de exclusión para reducir su participación en los sectores intensivos en carbono.
El Covid-19 está poniendo de relieve la necesidad de abordar los riesgos relacionados con la sostenibilidad en sentido amplio y de mejorar la capacidad de resiliencia tanto de las compañías como de la sociedad en general. El cambio climático plantea una amenaza a la estabilidad financiera y a la seguridad y solidez de las entidades del sector financiero. Como consecuencia de una mayor presión regulatoria en este sentido, los bancos deben trabajar intensamente para incorporar activamente los riesgos relacionados con el clima en sus operaciones comerciales y en su gestión de riesgos.
En España, igual que en otros países de nuestro entorno, en la actualidad, el sector ha puesto el foco en medir el impacto de los riesgos relacionados con el clima en el riesgo crediticio. Las metodologías para evaluar los riesgos físicos parecen estar todavía en una fase menos desarrollada. Para muchos bancos, la evaluación de los riesgos financieros relacionados con el clima es más cualitativa que cuantitativa, y se centra principalmente en la identificación de los sectores de alto riesgo
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